Tras
la brutalidad dicha por el “Movimiento Unidos por la Vida y la
Familia”, se ha exigido al gobierno de Argentina que reponga en los
planes de educación sexual el término “trastorno” a la hora de
calificar o denominar a la homosexualidad. En la actualidad, no nos
encontramos con ninguna organización, de ámbito internacional,
tanto académico como desde un punto de vista científico avala este
tipo de afirmaciones. El conocimiento científico, dentro del campo
de la salud -al cual podría corresponder el terrible calificativo de
trastorno- no está basado en estudios empurios, si no en evidencias,
que se han ido acumulando con el paso de los años, que han sido
validadas y que se han aceptado, desde un punto de vista común, por
parte de la comunidad médica y científica. Los planes de educación,
que tienen lugar en el colegio, se deberían basar en este tipo de
conocimiento. Por poner un ejemplo, algunos recientes estudios han
mostrado que la actitud hostil, hacia las personas homosexuales,
posee una serie de características, tanto fisiológicas, como
mentales, de una fobia, lo cual, en un futuro, podría conllevar, con
suficientes muestras, que la homofobia sea considerada una enfermedad
y las personas que “la sufren” sea considerados ciudadanos de
segunda.
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